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viernes, 27 de noviembre de 2009

El otro caso Carrasco

Por Matías Loewy

Las ranas “africanas de uñas” o Xenopus laevis, un insumo habitual para estudios científicos de desarrollo embrionario, salieron de su ostracismo de laboratorio. Y podrían poner en jaque o al menos modificar el modo de producción del principal cultivo de la Argentina. Al menos, eso pretende un grupo de médicos, militantes ambientalistas, campesinos y legisladores, para quienes los embriones de la ignota ranita acaban de aportar información decisiva para frenar o detener las fumigaciones con el plaguicida más usado en el país. “¿Qué más vamos a esperar?”, vociferan. El que prendió la mecha es el médico Andrés Carrasco (63), director del Laboratorio de Embriología Molecular de la Facultad de Medicina de la UBA. A comienzos de año, Carrasco extendió el modelo experimental de Xenopus a la evaluación toxicológica. Y, “por decisión personal y a todo riesgo”, como dice, se dispuso a probar los supuestos efectos nocivos del herbicida que contribuyó a impulsar el boom de la soja en Argentina. La revelación de sus resultados provocaría en los meses siguientes un infierno de acusaciones cruzadas, denuncias de intimidaciones, rechazos oficiales y cuestionamientos profesionales. Y vuelve a poner bajo la lupa las relaciones entre ciencia y sociedad. “Yo sabía que esto iba a afectar intereses”, confiesa el investigador y ex director del CONICET. “Pero no podía quedarme callado”.

La palabra clave de la controversia que agitó la rutina de laboratorio (y la vida) de Carrasco es “glifosato”. Componente activo del producto “Roundup” de Monsanto, mueve un mercado anual de US$ 600 millones. Y se vincula a la aprobación y expansión en el país de la soja transgénica, RR o “Roundup Ready”, que hoy ocupa casi 20 millones de hectáreas. Desde 1996, el consumo local de glifosato creció de 14 millones a casi 200 millones de litros.

Según Monsanto, el producto se comercializa con éxito en más de 140 países desde hace 33 años y está clasificado en la categoría de menor riesgo toxicológico. “Pruebas agudas en ratas muestran que es algo menos tóxico que la sal de mesa y mucho menos tóxico que la aspirina”, enfatiza Pablo Vaquero, director de Asuntos Corporativos de la división Latinoamérica Sur de la compañía, en respuesta a Newsweek.

Carrasco ya no le cree. Asegura que decidió realizar el estudio cuando, un par de años atrás, empezó a escuchar que algunos médicos asociaban el uso extendido del herbicida con el cáncer, malformaciones y abortos espontáneos. “Hice un clic”, grafica. “Me di cuenta de que tenía un modelo experimental con el que podía ver si el elemento era tóxico o no”. Por su condición de médico, añade, era su obligación meterse en ese tema de tanta importancia social.

Con fondos que el Estado ya asigna a su laboratorio (“si los hubiera pedido especialmente al CONICET, probablemente no me los habrían dado”, alega), el científico bañó e inyectó embriones de Xenopus con glifosato puro y también con la formulación comercial del producto, que incluye otros ingredientes, pero en dosis hasta 5.000 veces menores a las que se emplean para fumigar. Y comprobó que los embriones disminuyeron su largo, así como el tamaño de la zona cefálica y los ojos. También halló problemas en el cierre del tubo neural.
El embriólogo asegura que repitió los experimentos con distintas dosis y también con embriones de pollo, y que las malformaciones fueron consistentes y reproducibles. “Es perfectamente válido inferir que también ocurran en embriones humanos ante el impacto del glifosato”, añade.

No todos están convencidos de lo mismo. Carrasco facilitó los primeros datos de la investigación para una nota de tapa de Página/12, el 13 de abril pasado, y no los presentó en una revista o congreso de la especialidad, como resulta habitual en la comunidad científica. Ese paso es central para la dinámica de producción de la ciencia: implica un primer filtro a la calidad metodológica de la investigación y propicia el acceso de los colegas a todos los detalles de un experimento, con el fin de analizarlo y, eventualmente, replicarlo. La transgresión de Carrasco sigue siendo, no sin razón, el primer elemento del que se agarran los detractores del trabajo para cuestionarlo.

“No puedo opinar sobre el estudio del doctor Carrasco, porque nunca leímos ese trabajo en una publicación científica revisada por pares”, señala a Newsweek Guillermo Cal, director ejecutivo de la Cámara de Sanidad Agropecuaria y Fertilizantes (CASAFE), para quien las denuncias sobre eventuales efectos nocivos del glifosato sobre la salud humana son absurdas y desprovistas de fundamento. El ministro de Ciencia, Lino Barañao, también le salió al cruce. En un congreso en Rosario de la Asociación Argentina de Productores de Siembra Directa (AAPRESID), y aunque no nombró a Carrasco, sostuvo que “comunicar la información preliminar de una investigación científica en un medio masivo es poco ético”. El funcionario alertó también por la aparición de un discurso que “ya no es ecologista, sino que es antitecnológico y anticientífico”. Fue ovacionado.
Sin embargo, Carrasco explica que tuvo buenas razones para violar el canon científico. “No todo lo que se publica está garantizado”, argumenta. “Lo importante es que uno esté seguro, y yo lo estaba. No estamos discutiendo una hipótesis sobre la función de un gen, sino algo de mucho impacto en la sociedad. Y yo sentí que había que decirlo”. El investigador dice que presentó por primera vez los aspectos más técnicos de su estudio en una conferencia en el Consejo Directivo de la Facultad de Medicina, el 5 de noviembre pasado, y asegura que ahora está terminando de redactar el informe definitivo para enviar a un journal.

El problema de fondo, agrega Carrasco, es que experimentos como el suyo no son bien recibidos porque traen malas noticias. Y la comunidad científica —agrega— quiere dar buenas noticias: nuevas tecnologías y productos biomédicos. “La ciencia dejó de estar al servicio de la humanidad para estar al servicio de los intereses. Las grandes instituciones académicas están muy comprometidas con los grandes concentrados de capital. Y la demanda es generar mercancías, no resolver los problemas”, dispara.

En la mañana del sábado 24 de octubre, medio centenar de médicos, ambientalistas, estudiantes y militantes sociales participaban del V Encuentro Nacional del Foro Social de Salud y Medio Ambiente, en el aula magna de la Facultad de Medicina de la UBA. Autoridades y profesores brillaban por su ausencia. En el hall, un par de stands vendían libros de alimentación orgánica y agricultura sustentable. También tarta de membrillo. Todo a pulmón. El día anterior, según el programa, tenían que haber disertado Martín Sabbatella, Hermes Binner, Fernando “Pino” Solanas y Carlos Heller. Pero faltaron, y mandaron en su lugar a asesores. “¡Lo que pasa es que no tienen h… para venir a hablar con nosotros!”, bramó ante el micrófono Hugo Gómez De Maio, cirujano infantil del Hospital de Pediatría de Posadas. “Es una vergüenza. ¡La próxima vez que yo sepa que ellos vienen, el que no va a venir soy yo!”.

Gómez De Maio integra el grupo más activo de médicos del interior del país que, desde hace varios años, vienen denunciando los supuestos problemas de salud que causa la exposición aguda y crónica a agroquímicos, y en particular al glifosato. Afirman que provocan retraso mental, trastornos del crecimiento, leucemias, mielomeningocele, abortos, defectos en la calidad del semen... En cierta forma, se sienten protagonistas de una cruzada contra los grandes intereses y las multinacionales. No se permiten la duda, y su verba es encendida. “Round Up es altamente tóxico y lo usamos como si fuera agua de colonia”, denunció De Maio en el foro. “Si no les ponemos un freno, los plaguicidas van a hacer una civilización argentina de idiotas”.

El segundo expositor de la jornada jugaba de local: era, claro, Carrasco. Desde que su investigación salió a la luz pública, cuenta que empezó a ser invitado a lugares que nunca hubiera antes imaginado. Lo presentan sin medias tintas como “el científico del CONICET que demostró que el glifosato causa malformaciones y afecciones diversas a las personas”. Y él no se encarga de desmentirlo. En los últimos meses, dio charlas sobre su estudio y la relación ciencia-sociedad en foros y encuentros públicos en las facultades de Ciencias Sociales y Agronomía de la UBA, en Rojas, en Mar del Plata, en la Cámara de Diputados de la Nación, en Paraná, en Santa Fe, en La Plata, en Villa General Belgrano...

El médico Jorge Kaczewer, miembro del Grupo de Reflexión Rural y autor del libro “La amenaza transgénica”, dice que ya existía preocupación por el glifosato, “pero con el estudio de Carrasco fue ¡pum!, explotó. Fue la frutilla del postre”. “Es como si Carrasco hubiera producido un efecto dominó”, coincide un asesor de la diputada nacional oficialista Julia Perié, quien, junto a 14 colegas, impulsó en agosto una ley para prohibir la comercialización, uso y aplicación del Roundup (el proyecto se está evaluando en dos comisiones).

Para Carrasco, es conmovedor el “calor humano” de la gente, incluyendo a habitantes de poblados rurales, que lo van a escuchar. “Casi me agradecen que exista. Sienten que por fin hay alguien que se ocupa de estos problemas”, se ufana. También denuncia contratiempos. A las pocas semanas de revelar su investigación en Página/12, cuenta que sufrió actos de intimidación en su laboratorio, cuando tres personas fueron a interpelar a sus colaboradores y pedirles de mal modo el informe de su estudio. Señala que se presentaron como abogados de CASAFE y que se fueron con las manos vacías. Cal, de la cámara, niega el episodio: “Nunca hubo ninguna acción intimidatoria. Buscamos el diálogo sobre una base científica, y respetamos todas las opiniones y personas”.

La abogada santafesina Graciela Gómez, militante contra la fumigación indiscriminada con agroquímicos y directora de la ONG Ecos de Romang, acompañó a Carrasco en sendas excursiones al interior. Cuenta que el 9 de septiembre, cuando Carrasco disertaba en unas jornadas organizadas por la Cámara de Diputados de la provincia de Santa Fe, fue hostigado a la hora de las preguntas por un miembro del auditorio que (según ella) defendía los intereses de los lobbies sojeros. “Él se defendió bien. Pero se quedó mal”, asegura. Dos semanas después, Carrasco tuvo su revancha. Dio otra conferencia en Paraná y cuando terminó, el público lo aplaudió de pie durante dos minutos. “Ahí revivió. Fue maravilloso: se lo merecía”, agrega Gómez.

Según a quién se consulte, Carrasco grafica que todavía hay científicos sensibles que se conmueven ante los problemas de la gente, o es el artífice de una maniobra cargada de intencionalidad política. “Son canalladas”, responde Carrasco. El primer día de julio, y para evitar suspicacias, el científico elevó la renuncia a su cargo como Subsecretario de Innovación Científica del Ministerio de Defensa. Se la aceptaron el día 23. “(Nilda) Garré no tuvo nada que ver con mi estudio”, brama. “La señora ministro ni sabía lo que yo estaba haciendo”. Tampoco se enojó cuando lo supo.

Otro punto central que los críticos cuestionan a Carrasco es la aplicabilidad de sus estudios a la vida real. Y hasta qué punto un análisis con embriones de anfibios puede reemplazar, predecir o aproximarse a los resultados de una investigación epidemiológica rigurosa, que hasta ahora nadie encaró “porque no conviene que se haga”, sugiere Carrasco.

Esos dilemas son habituales en la evaluación de riesgo. La ciencia ofrece un método de acercarse a la verdad, no un veredicto. Y los prejuicios o intereses previos pueden sesgar la valoración de la evidencia. Un documento de la Asociación Argentina de Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola (AACREA), por caso, interpreta que los métodos y procedimientos utilizados por Carrasco no necesariamente indican riesgo para alguien que no sea un anfibio particular bajo determinadas condiciones experimentales.

Jorge Adámoli, ingeniero agrónomo y profesor de ecología de la UBA, también tiene sus reparos. “El glifosato no fue creado para ser usado en el desarrollo de embriones. ¡Si los expusiéramos a la sal de cocina, al vinagre o a la lavandina, también les podría causar un efecto!”, asegura. “¿Carrasco puede no saberlo?”, pregunta Newsweek. “No. Si no se da cuenta de las limitaciones de su estudio, es que alguna intencionalidad debe tener”. Por su parte, Rodolfo Ávila, profesor de embriología de la Universidad Nacional de Córdoba, enfatiza que ninguna investigación en embriones es concluyente por sí sola si no se lo acompaña de otros estudios complementarios. “A lo sumo puede representar una señal de advertencia, pero no se puede hacer una extrapolación directa a los efectos en seres humanos”, advierte.

Meses atrás, un informe multidisciplinario del CONICET concluyó que no había datos suficientes en la Argentina sobre los efectos del glifosato en la salud humana. Pudo haber sido un golpe de gracia. Pero para Carrasco, el documento es “grave institucionalmente, indignante” porque, entre las referencias bibliográficas, se cita estudios encargados por Monsanto. Y porque uno de los autores que lo firma también tiene vínculos con la multinacional. Respecto a las otras críticas, aduce que son “chicanas baratas”, “escaramuzas dialécticas”, “argumentos que destituyen la seriedad de la ciencia”. Su pecado, argumenta, fue meterse con un desarrollo tecnológico que la mayoría de los científicos defiende en lugar de mirar críticamente, lo cual, de alguna manera, los impermeabiliza frente a cualquier cuestionamiento de buena fe. ¿Es un quijote incomprendido, un provocador o un rebelde equivocado? Quizás eso es lo que menos importa. Kaczewer anticipa que Carrasco va en camino de ser un “paria”, como les pasó a otros científicos que “examinaron las verdades en lugar de transar con el poder”. Carrasco saca entonces pecho, y no se sabe si lo sufre o en realidad lo disfruta: “Yo sé que esto algún día me lo van a facturar. Pero yo me lo banco. Con la ciencia”.
 
Fuente: Revista Newsweek

lunes, 23 de noviembre de 2009

Santa Fe sin rumbo, ni político, ni legal, ni moral


Lunes, 23 de Noviembre de 2009 11:27

Son algo más de 800 millones de dólares, lo que deja la balanza comercial y esa es la razón. Casi la misma cifra que el banco Mundial presta para sanear la cuenca Matanza Riachuelo.

El gobernador de Santa Fe Hermes Binner viajó a Malasia e integra una delegación de la Región Centro. A Binner le gusta sentirse presidenciable así que autorizó mediante el el decreto Nº2.133 que firmara unos días antes de viajar el pago de los gastos de cuatro periodistas ya que los mismos no estaban en la nómina autorizada por el Consejo federal de Inversiones.
Lejos de este exceso de $94.000 para biografiar al presidenciable la viceministro de Trabajo de la provincia y diputada nacional Alicia Ciciliani, también conoció China y el lujo gracias a la Asociación de la Cadena de la Soja Argentina (ACSOJA).
Pero en Santa Fe cuando de trabajo se trata una cuestión son los maestros que están de paro y otro el gobernador que tuvo un módico exceso del 500% de gastos en un viaje a Foz Iguazú, por un solo día.
Los cuatro periodistas que lo acompañaron a un viaje a Singapur, Alberto Lotuff, Leonardo Ricciardino, Marcelo Castaños y Juan Manuel Fernández, pertenecen a diario La Capital y radio LT 8, del Grupo UNO; otro del canal 5, del Grupo Telefe; el del diario El Litoral y el de Canal 3 y Radio 2, de la Empresa Televisora del Litoral.

No sorprende que Binner tome esta decisión mientras en la provincia no hay insumos, ni elementos descartables para hospitales. Después de todo el casino es más importante que la sequía histórica, que la indigencia infantil, que las escuelas de la vergüenza, que el norte olvidado, pétreo e inhumano. Es más importante el festival de los nombramientos a familiares, y sin nos, al decir del Doctor Juan Carlos Venera: de “los supremos de la farsa judicial” a los que ordena hacerse un auto-exámen, y que se dejen de quejar.
Pero si de soja se trata no escapa al escándalo la reforma a la ley de agrotóxicos provincial que poco a poco se convierte en otra parodia del absurdo y la supina ignorancia. El ridículo legislativo puesto en foco por las “chicas glifosato” de la Comisión de Agricultura de diputados, muestra que a la hora de los fundamentos pesa el interés del campo propio o de la presidencia de alguna sociedad rural. La salud de los santafesinos bien gracias, aún cuando se cite a familiares como estrategia de la preocupación por el tema. Lo cierto es que los escasos 100 metros de esa línea imaginaria que hace que a uno lo fumiguen, determina intenciones claras.
¿Vivirán ellos a 100 metros de las fumigaciones? ¿Observarán sus nietos el “mosquito” envenenando el aire a pasos de su ventana disfrutando una chocolatada ?
Mientras algunos ambientalistas ingenuos creen haber parado el circo hasta abril del año próximo, otros más escépticos temen que se trate de forzar la aprobación de la reforma los próximos días en la Comisión de Asuntos Constitucionales. Los sojeros están impacientes, para sus intereses cualquier per saltum es viable.
Muchas denuncias hemos realizado, con documentación, material fílmico y fotográfico, pero la idiosincrasia santafesina se resiste a la educación oral, visual y patológica. Un periodista del departamento San Justo expresó sin turbarse que “A quién le interesa publicar sobre medioambiente” dejando por sentado que lo hacen “de favor”, la comunicación social tiene otros intereses, y se nota.

No es el caso de los periodistas de Radio Amanecer Reconquista, que cubriendo un acto, se vieron sorprendidos en la calle fotografiando un “mosquito fumigador” en pleno centro del Paraje La Lola, calle que da justo a la Escuela Nº 6111 Martín Miguel de Güemes. En el acto estaban presentes legisladores provinciales el senador Federico Pezz, el diputado Osvaldo Fatala , el intendente de Reconquista Jacinto Speranza y el Director Provincial de Vialidad Jorge Placenzotti.
Lo que deja a las claras la inobservancia de la ley, la desidia de quienes nos representan y el poco respeto por la salud humana.
La Ley 11.273 de agrotóxicos de Santa Fe, en su capítulo VIII, trata de los “Regentes y asesores técnicos”, en vocablo coloquial llámese ingeniero agrónomo. El artículo 23 entre otras cosas en su inciso d) expresa que son sus funciones “Extender recetas en formularios autorizados y cumplir con el archivo que exige la ley”.

En la mañana de día 18 de noviembre el Presidente Comunal de La Criolla Roberto Cayetano Tion, llama al responsable de la organización Autoconvocados de la Criolla, Oscar Brasca, para poner en su conocimiento que los dos Regentes Técnicos de Gobernador Crespo informaron su negativa, por motivos personales, a firmar las recetas para aplicaciones agrícolas que deben ser presentadas para poder fumigar, según requiere la ley. Sea cuál fuera el motivo, el intendente expresaba su intranquilidad.
A diferencia del Presidente Comunal de San Martin Norte, Gabriel Testa que aún no contestó el petitorio recibido el 14 de octubre pasado y por el que manifestó “Que no va a arruinar el negocio de nadie y no se opone a las fumigaciones” . Dos cara de la moneda. Cayetano Tion protegió a su comunidad con la ordenanza número 584/2009 que prohíbe las fumigaciones a 1500 metros de la zona urbana, pese al reclamo y las protestas de varios productores, Testa no quiere arruinar el negocio.
Tion en respuesta a quienes confiaron en su gestión, llamó al Ministerio de la Producción e informó su preocupación y la falta de un técnico que controlara las aplicaciones que se están efectuando. Desde la cartera le respondieron que destine un ingeniero agrónomo local, matriculado, para controlar y verificar las recetas extendidas que llegan a la comuna.

Que su decisión sirva de ejemplo para muchas localidades de nuestra provincia, donde la salud es un lujo, el compromiso con los votantes no existe y donde el señor feudal, en pleno siglo XXI, tiene a los súbditos bajo su pulgar.

Fuente Asociación Argentina de Periodistas Ambientales

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martes, 17 de noviembre de 2009

Glifosato: Condenados en el aire

Martes, 17 de Noviembre de 2009 12:22

No les molesta que los llamen funigadores. Su trabajo es el de subirse al aeroplano y derramar sobre campos y poblaciones el letal veneno con nombre propio: glifosato. Muchos de estos pilotos tienen su conciencia intranquila y su salud quebrantada. “Yo realizaba trabajo aéreo y mis desencuentros y discusiones con capataces y mi propio patrón carentes de sensibilidad eran constantes. Me negaba a fumigar a los banderilleros, que por lo general siempre eran niños o adolescentes, sin que antes se les proveyera de capa impermeable con capucha para evitar que los productos químicos utilizados, que eran extremadamente tóxicos los perjudicara. Tuve que escuchar respuestas a mis pedidos, como que eran los ‘hijos de los peones’ o que si yo era piloto o abogado defensor, a lo que contestaba que simplemente no quería ser asesino. Muchas veces, aunque a regañadientes, aceptaban mis sugerencias”, contó Eduardo Gimenez.

“Mucho se dice que el GPS hace innecesario al banderillero, pero esto es otra mendacidad. Nadie puede pensar en navegar una aeronave por instrumentos a baja altura. Yo he sido usuario de navegadores del mismo tipo que se emplea para fumigar y los errores que tiran, más el tiempo que tardan en orientarse, los hacen obsoletos para este uso. Sirven para encontrar el campo o la pista, para saber cuanto falta de recorrido y gracias”, agregó Arturo Avellaneda , que escribe para el blog "Permahabitante", que fué intervenido o "fumigado" ,como él prefiere denunciarlo.
Al testimonio de ambos se sumó el de Fabián Tomasi, otro “fumigador” que lleva en su cuerpo la marca del veneno. Todos manifestaron que el SENASA permite las fumigaciones respetando las leyes y que en relación a los afectados tanto unas como otro “se hacen humo".

En videoconferencia con la ingeniera agrónoma Patricia Roccatagliata -en el marco de la Jornada sobre Agroquímicos que se desarrolló el pasado 30 de octubre en el Colegio de Ingenieros de Buenos Aires- Tomasi relató desde su Entre Ríos natal, en la localidad de Basavilbaso, el drama que le toca vivir y hace un llamado para que se termine lo que califica como “un genocidio”.

-Hola Fabián..Buen día.¿Nos contás cuando empezaste a fumigar con los aviones?

En el 95-96.Era apoyo terrestre preparando todos los productos, sin ningún curso previo para entender que estaba manipulando. Nos reíamos de las fotos de las etiquetas, esa gente que mostraba tipo astronautas, nosotros nunca tuvimos la posibilidad de vernos así, por ignorancia, subestimando el desastre.

-¿Qué medicación te están dando?

Aplicaciones que me donó el Dr. Kaczewer , terapia y acupuntura alemana ,con su discípulo de Entre Ríos, porque antes no tenía ningún ingreso, no tenia jubilación. Agradezco a Asamblea por la Vida,  que han hecho lo posible para que yo hoy este hablando con ustedes.

-¿Como es tu dieta?

Yo soy diabético, partamos de esa base. Era mas fácil tratarme así, para minimizar el problema de los agrotóxicos. Me trataron un año por diabético, el Dr Lezcano, que hace años está luchando contra esto, todo estaba bien…hasta que un día empecé a perder los músculos, disminución de la capacidad pulmonar, el cuerpo denotaba otra cosa y el médico me dice: “sacate la remera porque noto en vos algo raro que no es normal…hace un año que estamos errados, la diabetes no es acá hay algo mas. La diabetes esta controlada" Con la exposición que tuve durante seis años con los venenos, potenciado por mi diabetes que disminuye mi capacidad de reacción, lo que yo tengo es una gran intoxicación por agroquímicos, se diga lo que se diga. De no ser así que alguien me lo demuestre.

Trabajamos con productos químicos en cueros y short y a veces descalzos. Parábamos para comer al mediodía lavándonos las manos con agua que llevábamos en un carrito atrás de la camioneta. Comíamos pan de una conservadora con hielo que almacenábamos en una caja atrás junto con los agroquímicos. ¿Se entiende?

-Acá se están horrorizando…

Comimos venenos durante toda la vida. Cabe destacar que algunas veces que íbamos a trabajar al campo llevábamos maestras rurales porque las conocíamos, le hacíamos lugar entre los productos y se sentaban en las cajas de la camioneta, entre los venenos, a 40-42 grados y ellas sentadas ahí. Los envases se hinchaban por el gas y ellas apoyadas ahí, sobre ese veneno tomando mates. Hay que ser concientes que la ignorancia mata mas que el silencio…

-Totalmente…

Yo creo que acá hay muchos culpables y muchos cómplices. En esto me aconsejaron que no hable de política, pero todo esto es un poco de política..

-Háblanos del tema de los médicos, de como la medicina minimiza en todos lados y este acostumbramiento de que los químicos no hacen mal y que total es una cultura general que no pasa nada…

En el hospital publico donde voy en mi ciudad me tratan hasta el día de hoy por diabetes porque no saben distinguir cual es mi problema, esto es algo nuevo el medico común, sin desmerecer su labor, no lo interpreta. Hasta ahora mi historia clínica figura que soy diabético y me tratan como tal cada vez que voy al hospital..no he conseguido mas allá de un montón de intervenciones quirúrgicas, para limpiarme las articulaciones, para sacarme el calcio que mi cuerpo forma alrededor del veneno. Nunca pude hacer biopsias de eso o se perdieron…o creo que nadie quiere dilucidar cual es realmente mi problema…

- ¿Como era su trabajo?

Trabajamos al rayo del sol en pistas improvisadas en el campo. Comíamos debajo del ala del avión donde están las barras que gotean el veneno. Para nosotros era normal jugar con el dedo en los chorritos de veneno que caían en el piso mientras hablábamos y tomábamos mate.
Por lo general comíamos pan de miga que usábamos para el fiambre que como un secante absorbía todo lo que teníamos en las manos. El agua que usábamos era del tanque de los molinos australianos que hay en los campos, con todo el riesgo que eso conlleva para el resto de la población circundante a ese molino. Nosotros sacábamos el agua del molino más cercano, sacábamos el agua con la misma manguera por la que minutos antes pasaba el veneno, la sumergíamos ahí y contaminábamos todo.

- ¿Alguien les dijo alguna vez de los riesgos que eso significaba?

A nosotros nunca nadie nos explicó la calidad del agua, lo aprendí después. Usábamos una media de mujer, una can- can sobre la boca del pico para que no pase el verdín que tape los picos a la barra del avión. Ese era el único tratamiento que le hacíamos al agua. Y muchas veces he sido “banderillero” que aunque se lo nieguen a la doctora (Graciela) Gómez. Se que hasta ahora lo siguen haciendo por una cuestión de practicidad. Hay muchos pilotos de aviones que no saben usar los GPS, por lo tanto es mas fácil poner un empleado en el campo con una bolsa en el lote marcando y por lo general uno se agacha para no perder tiempo, nos agachábamos cuando nos caía esa lluviecita en el lomo, que era veneno, pero nosotros nos poníamos contentos y agradecíamos al piloto porque nos refrescaba.

- Muchas gracias Fabián…

Una última cosita, ingeniera. Aquellos que han tenido la suerte de estudiar para saber aplicar esto, solamente les pido por mi y por todos los afectados que son mas de dos millones que de una vez por todas pongan conciencia que tarde o temprano esto nos va a matar a todos.
Le pido a Dios que interceda con esta gente; me estoy refiriendo a los ingenieros agrónomos, que creo que ahí hay muchos. Por favor sean sensatos en lo que tratan de explicar y que de una vez por todas nos ayuden porque nos están matando, tal vez sin querer porque no lo comprenden. Que se haga como se haga esta actividad va a generar muerte..esto es un genocidio.

Por favor, aquellos que estudian para esto nos den la posibilidad de seguir viviendo porque creo que si estas reuniones se hacen es porque alguien esta entendiendo algo. Por favor, por todos los nenes que nacen, que les permitan vivir, hagan lo posible de salvar esas vidas. Nadie dice que se deje de hacer la actividad agropecuaria, pero tratemos de formular nuevas expectativas y que nadie nos imponga nada. Que ningún país disponga que es lo que tenemos que hacer con nuestro campo para poder volver a ser el granero del mundo que alguna vez fuimos.

Dra Graciela Gomez,Ecos de Romang
Fuente:Asociacion Argentina de Periodistas Ambientales

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martes, 10 de noviembre de 2009

Glifosato El predador tiene nombre

Escrito por Redacción

Martes, 10 de Noviembre de 2009 11:52

El glifosato y otros agrotóxicos ligados a la soja es permanentemente denunciada por comunidades indígenas, movimientos campesinos, vecinos y militantes. Uno de los aspectos es el uso indiscriminado por cuestiones económicas y de logística en la aplicación. Sin embargo a nivel local surgen en la provincia de Santa Fe defensores del modo de uso e incluso lo autorizan a distancias de las propiedades que pueden considerarse como mínimo de escandalosas. El argumento es la ausencia de estudios que demuestren los efectos negativos del herbicida. Sin embargo está probado que las concentraciones ínfimas de glifosato son altamente tóxicas.

Para el presidente comunal de San Martín Norte, Gabriel Testa la situación es otra. En una reciente entrevista radial al programa “Aire de Santa Fe”, conducida por el periodista Luis Miño, declaró que “El gobierno comunal no se opone a la fumigación, no le voy a arruinar el negocio a uno” (sic). A su vez admitió que en la localidad se fumiga a 50 metros de las viviendas. Por otra parte la entrevista deja al desnudo que la autorización genera controversias a la hora de las responsabilidades que tienen que asumir los ingenieros agrónomos. Sin lugar a dudas San Martin Norte es zona liberada para el uso de glifosato.

Luis Miño: Los vecinos ¿Se cansaron de ser fumigados por los productores de soja?

Testa: Esto viene de hace mucho tiempo, anteriormente la situación era igual o peor. Por ejemplo se llegó a plantar algodón frente a una escuela y se usaban tóxicos muy potentes, ahora hay una ley provincial, se estipulan los metros de la población para fumigación aérea y terrestre a la que los vecinos algunos aducen que sufren de una cosa o de la otra y la pelotita se va tirando de un lado a otro.

Luis Miño: ¿Pero hay elementos que confirmen la toxicidad de estas fumigaciones?

Testa:En mi pueblo hay una mujer que la ve un especialista en Santa Fe, pero viste que hay distintas clases de plaguicidas

Luis Miño: Esta mujer tiene tres certificados médicos todos firmados por un médico

Testa: Eso es lo que estipula…

Luis Miño: El intendente de La Criolla marcó una ordenanza que desde abril pasado le da la razón a los vecinos autoconvocados de La Criolla, ¿Esto podría pasar igual con Ud.?

Testa: Yo estoy cerrado en una postura, no se si estaré en forma errónea o no, yo no me opongo, el gobierno comunal no se opone a la fumigación, no le voy a arruinar el negocio a uno ni tampoco voy a decir que no hay que cuidar la integridad física la población. Me piden autorización comunal para fumigar y yo autorizo la fumigación pero no me hago responsable, la comuna no se hace responsable de los daños y perjuicios que pueda causarle a la población. Tiene que hacerse cargo el dueño del campo y el técnico que firma la receta (ingeniero agrónomo) el producto que se va a usar. La comuna no cuenta con medios para controlar eso, yo no me opongo pero tampoco le digo que fumigue con lo que quiera, y le quieren cargar el fardo a la comuna

Luis Miño: Pero usted está autorizando al autorizar tiene que firmar

Testa: Si pero no a los daños que pueda causar, el técnico es el que entiende en el tema

Luis Miño: ¿Entonces la gente cómo se defiende?

Testa: El que va a fumigar trae una receta firmada por el técnico, yo le hago esa nota y se la doy, me llama el técnico y me dice ¿Cómo me vas a responsabilizar a mi?, y yo le digo, y ¿Cómo voy a responsabilizar a la comuna?, no estamos todos confundidos, acá hay que tomar otras medidas en el caso

Luis Miño: ¿Cuál sería esa medida?

Testa: El gobierno provincial tendría que tener en cada zona un técnico autorizado que controle las fumigaciones que alguien se haga responsable. Yo nunca me voy a hacer responsable.

Luis Miño: Pero Gabriel permítame un comentario, usted fue elegido por el pueblo para que el pueblo le exija a usted que si bien usted no se hace responsable, arbitre las medidas máximas para darle a ese pueblo que lo eligió la posibilidad de estar lo más tranquilos posible ante esas fumigaciones. Ahora usted no se hace responsable pero por lo menos levante el teléfono llame al ministerio de la producción y diga me está pasando esto con la gente.

Testa: La provincia lo sabe y si ahora el jueves vienen de Sanidad Vegetal, vienen a mi comuna

Luis Miño ¿Sanidad Vegetal?

Testa:Si del ministerio de agricultura (nota pertenece al Ministerio de la Producción).

Luis Miño: ¿Ellos son los que se encargan de evaluar la toxicidad de la fumigación?

Testa: Ellos ya dictaron la ley, a 500mt, se puede fumigar con un solo producto terrestre ,a 1500 aéreo. (no conoce la ley, la cual dice 3000 mts fumigación aérea)

Luis Miño: ¿Y a cuántos metros están estas personas que reclaman?

Testa: A 50 metros.

Luis Miño: ¿Cómo?

Testa: Y algunos menos, todos los pueblos acá en el interior están lindando con los propietarios, el boom de la soja.

Luis Miño: Bueno pero entonces esas personas están en infracción..

Testa:Si están dentro de los 500 metros, a 50 metros de los sembradíos algunos menos

Luis Miño: Perdón…

Testa: Pero con estos productos la ley dice que se puede fumigar, es nocivo para el ser humano, pero bueno ahora esta mujer dice que le produce reacciones a las enfermedades.

Luis Miño: Usted me dice que el jueves va Sanidad Vegetal, me anoto para llamarlo el viernes

Testa: Yo voy a estar cerrado siempre a la misma postura, yo no me responsabilizo de los daños que pueda causar a la población, yo no puedo exponer el patrimonio de la comuna, tampoco me puedo oponer a un tipo que saca la cuenta un productor de 130 hectáreas óptimas para sembrar, si no puede fumigar dentro de los 500 metros tiene 65 hectáreas que no las puede sembrar de soja.

Luis Miño: ¿Y eso trasladado en plata?

Testa: Le arruinas el negocio de todo el año, me pueden decir que puede sembrar otra cosa pero…

Luis Miño: Pero por más que vaya y controle...

Testa: 500 metros, 502, 510 es lo mismo, la ley también es psíquico, se aprovechan todos de la misma situación. En un pueblo vecino llenaron con agua un mosquito, fumigaron y al otro día a todos les dolía algo.

Luis Miño: ¿Qué pueblo?

Testa: No te puedo dar nombres, un pueblo vecino, yo no estoy de acuerdo con las aplicaciones, pero ya está impuesto en todo el país y creo que nos dimos cuenta un poquito tarde del mal que se ha estado haciendo en estos años.

Luis Miño: O sea ¿Usted reconoce el daño?

Testa: Mi hermano murió fumigando con Parathion, una avioneta, ese veneno envenena al ser humano por la nariz y la boca. No tomaba las medidas y se descompuso fumigando.

Audio: gentileza "Autoconvocados de La Criolla"- transcripto por Dra Graciela Gomez "Ecos de Romang", (entrevista realizada por el petitorio entregado a la Comuna fecha 14 de octubre)

Fuente: Asociación Argentina de Periodistas Ambientales

lunes, 2 de noviembre de 2009

Colegio Prof. de Ingenieros Agrónomos (CPIA ) Jornada Agrotóxicos


El viernes 30 de octubre tuvo lugar en el Colegio Profesional de Ingenieros Agrónomos (CPIA ) Ciudad Autónoma de Buenos Aires, la "Jornada de Agrotóxicos. Sus consecuencias en la salud y el medio ambiente".

La convocatoria estuvo a cargo de la Ingeniera Agrónoma Patricia Roccatagliata, U.B.A , quien vive en Vicente Lopez y fue afectada por las fumigaciones en las vías de TBA. Junto a sus vecinos, se encargaron de capacitar y divulgar incansablemente, logrando finalmente la ordenanza Nº 28.239, promulgada por Decreto Nº 3190 de fecha 29/07/2009 que prohibe la aplicación de agroquímicos para la eliminar pastizales y especies vegetales en todos los predios y vías del tren ubicados en ése Municipio.

Pedido al que varias localidades del conurbano bonaerense, van plegando a diario su reclamo, exigiendo igual resolución para sus municipios, debido a la cantidad de denuncias y enfermos por la fumigación con glifosato u otros cócteles con agrotóxicos .
La jornada comenzó a las 10 hs, con la acreditación y presentación a cargo de la anfitriona.
Estuvieron presentes:
El Ingeniero Rolando Moyano, de Provilop, varios representantes del Foro por la Salud de Vicente Lopez Sres:. Roberto Marcer, Nestor Bonacina, Carlos Gurvich, Hilde Muchow y Carlos De Federico . De la localidad Los Toldos : Araceli Sanchez Ayala , Antonio A. Damini , Rosa Margarita Goycochea mostraron fotografías del venteo de silos en pleno ejido urbano y la filmación de un “mosquito”, fumigando a escasos metros de niños jugando a la pelota , y de las casas.

El Dr. Mariano Aguilar , Director Ejecutivo de la Asociación Argentina de Abogados Ambientalistas (Aadeaa) , el Ingeniero agrónomo Javier Souza Casadinho Docente de la Facultad de Agronomía de la UBA, Coordinador regional de la Red de Acción en Plaguicidas de América Latina ( RAP-AL) y CETAAR, la Dra Graciela Gomez de la Ong Ecos de Romang, por OET-FOCO su coordinador Hernan Medina.

El asesor de la Diputada Julia Perié, Sr. Luis Blazquez. comentó el difícil rol de concientizar de estos temas cuando los medios están casi ausentes y leyó el proyecto de prohibición del Glifosato.
Representando el rol de las escuelas expuso la Licenciada Gabriela Callari. Entre los medios presentes Juan Jose Dimas del programa de radio "El otro medio".El psiquiatra Dr. Marcelo Dignani del Hospital Paroissien, de la Matanza, presentó las fotos de sectores fumigados en Rafael Castillo , y describío con detalles la sintomatología de la gente fumigada , agregando que se debe tener presente de incluir los estados de pánico,cerrando su exposición con una filmación increíble de concientización a la presidente de la Nación.

Uno de los momentos más emotivos fue la video-conferencia con Fabian Tomasi, desde Basavilbaso Entre Rios, cuyo cuerpo fue afectado por las fumigaciones, y su mensaje a los ingenieros agrónomos emocionó hasta las lágrimas a todos los presentes .

Otra afectada de Balcarce , la señora Clelia Vouilloz Valiente, del Consejo Vecinal de San Agustin, no pudo llegar por un accidente durante el viaje , pero envió su ponencia donde detalla su denuncia ingresada en 2007, por daños al medio ambiente en la Fiscalía de Delitos Ambientales en Mar del Plata , en la que destaca el trabajo realizado por ésa fiscalía , que dejó manifiesta, la ausencia del Estado, el incumplimiento de todas las legislaciónes vigentes, las malas prácticas de empresas aerofumigadoras ( sin estar registradas en ningún lugar) sobrevolando los pueblos con absoluto desprecio por la salud de sus habitantes. Las fotos de todo su cuerpo cubierto con erupciones producto de las fumigaciones aérea , recorrieron los medios nacionales e internacionales en 2008.

La ingeniera Rocatagliatta cerró la jornada a las 16hs , como la había iniciado por la mañana , “a la manera de los pueblos originarios” , hasta un próximo encuentro.-

Fuente: FM Disco San Jose Entre Rios
Fotos: (1)Ing Patricia Rocatagliatta vía Skype , con Fabián Tomasi-(2) Ing agr. Javier Souza Casadinho y  Dra Graciela Gomez -(3)  Dr. Marcelo Dignani .

Algo huele mal en el campo

Lunes 2 de noviembre de 2009

Desde los ámbitos legislativo y científico avanzan los señalamientos sobre la toxicidad de los agroquímicos vedette del modelo sojero, cuyos amplios márgenes de ganancia hoy retornan, tras haber caído con la crisis. Las voces de los trabajadores rurales, foco de la explotación económica y sanitaria. Las nuevas leyes y la rentabilidad sojera frente a la vida de los banderilleros: pobreza agroenvenenada.
Dos proyectos aprobados en la Cámara de Diputados de la Provincia renovaron el debate sobre el modelo agrícola, su sustentabilidad económica y ambiental y los efectos que derivan de la aplicación descontrolada de agroquímicos. Con casi 17 millones de hectáreas de soja sembradas en el país –más de la mitad de la superficie cultivable, un escenario que, según coinciden los especialistas, se seguirá expandiendo–, aparecen los primeros signos de preocupación en la esfera legislativa local. La semana pasada se sancionaron dos proyectos relacionados al uso de productos químicos en el campo.

La Asociación Argentina de Periodistas Ambientales difundió a principios de octubre una serie de entrevistas realizadas por Graciela Gomez, de la ONG Ecos de Romang, y Oscar Brasca, del grupo Autoconvocados de La Criolla, a jóvenes banderilleros que trabajan en campos de la zona. Una ocupación recurrente en el sistema actual: parados al costado del paso de la máquina fumigadora –que a su paso arroja glifosato y endosulfán, entre otros productos–, los banderilleros marcan por dónde tiene que pasar. Javier Oscar Villalba vive en la localidad santafesina de Marcelino Escalada; hoy tiene 24 años y a los 17 empezó a trabajar de banderillero. Comenzó con su padre por 10 centavos la hectárea. “El veneno nos salpicaba hasta en la cara”, dijo antes de contar que comían y tomaban agua al lado de las máquinas.

“Trabajábamos sin protección: ni guantes, ni máscara. Mi papá y yo caminábamos por el sembrado, hasta llegar a unos 50 metros del mosquito y marcar. De ahí nos pasaban al lado fumigando; no tenía que quedar nada seco”. El contacto con los agroquímicos dejó huellas: su padre sufre problemas de estómago y un amigo suyo perdió todo el pelo. Javier tiene “un tumorcito” en un ojo y sarpullidos constantes en la espalda y detrás de las orejas. “Lo que hacíamos era cargar los bidones y llenar el tanque con Roundup mezclado con cipermetrina”.

Humberto Miguel Lencina vive en el barrio Santa Rosa de La Criolla. Comenzó de banderillero a los 22 años y hoy tiene 25. Sus jornadas iban de siete de la mañana a las nueve de la noche. A cambio recibía 30 pesos de jornal. “Usábamos glifosato, endosulfán y cipermetrina, en la mayoría de los casos juntos: acá le dicen cóctel”. Una vez tuvieron la rotura de una manguera, la cual lo bañó con el líquido para fumigar y tuvo que terminar la jornada con la misma ropa, que se secó sobre su piel. Otras veces, dice, “el maquinista no nos veía y, con los brazos del aparato, terminaba pulverizándonos encima”. Humberto sufre de alergias y constantes dolores de cabeza. Martín Villalba, compañero de equipo de Humberto, trabajó hasta la cosecha pasada. Hoy tiene 22 años, es banderillero desde los 19 y también está enfermo. Sufre problemas hepáticos que aún no pudo hacerse tratar.

“El drama de los chicos empleados en campos de soja es la cara de una actividad sumamente aberrante. Los niños-bandera están atados al círculo de la pobreza: ese lugar que no ve nadie”, concluyó el informe de la Asociación de Periodistas Ambientales.

Fuente: Periódico Pausa Santa Fe,nota completa clik  AQUÍ.

GLIFOSATO: EL DICTAMEN DE LA MUERTE

Escrito por Redacción

Sábado, 31 de Octubre de 2009 11:49

A días en que la Comisión de Agricultura de la provincia de Santa Fe votara un dictamen en el que se habilita fumigaciones terrestres con glifosato a sólo 100 metros de las viviendas conoce acerca los efectos letales que los mismos producen. El paper de la comisión fue rubricado por la demoprogresista Estela De Miceli y la socialista Inés Bertero e introduce una nueva cuña en la cuestionada Ley de Fitosanitarios provincial sancionada hace más de una década. A su vez las legisladoras tendrían vinculaciones con el sector agropecuario local por lo que se considera que actuaron en función de interés particular.

A todo esto en la publicación Beyond Pesticides del día 29 de setiembre pasado, se publicó un nuevo estudio llevado a cabo por el Centro de Cáncer del Norte de California que revela que los niños expuestos a agrotóxicos agrícolas aplicados cerca de su hogar tienen hasta dos veces más el riesgo de desarrollar leucemia.

El estudio es taxativo “Vivir en las proximidades de agricultura realizada con agrotóxicos eleva el riesgo en la niñez de contraer leucemia linfoblástica aguda” (ALL por su sigla en inglés), llevado adelante por Rudolph Rull.

Rull demostró un riesgo elevado de contraer esta enfermedad asociada con la exposición moderada a agrotóxicos clasificados como organofosforados, herbicidas clorofenólicos y triazinas y con agrotóxicos usados como insecticidas o fumigantes.

El estado de California es uno de los pocos lugares de Estados Unidos que tiene información detallada sobre el uso de los agrotóxicos, cuestión que en Santa Fe no se realiza. La recolección de datos incluye: época en que se aplica, lugar donde se aplicó, que producto se utilizó y en que cantidad. Para este estudio, los investigadores pudieron asociar las historias de los niños que habitaban en esa zona desde el nacimiento hasta que fueron diagnosticados y contar con la información de los agrotóxicos usados dentro de un radio de una 2,4 km bastante màs que los escasos 100 metros propuestos por Estela De Miceli y la socialista Inés Bertero.

Por su parte la doctora Graciela Cristina Gomez dijo el dictamen viola el decreto reglamentario Nº 0552/97 que en su artículo Nº 51 dice "Las excepciones no serán procedentes cuando en las inmediaciones del o los lotes a tratar existieren centros educativos, de salud, recreativos o habitacionales”.

Al contar con esta información a los científicos les permitió poder tener un panorama amplio de exposición a estas sustancias durante el transcurso de la vida del niño o su primer año de vida, o también en el caso de niños que cambiaron de domicilio.

La Universidad de California, Berkeley, recogió historias de 213 niños diagnosticados con ALL y 268 niños sin leucemia. Los científicos seleccionaron arriba de 100 ingredientes activos de agrotóxicos más usados de más de 600 en cultivos entre 1990 y 2002, periodo que se realizó el estudio. La exposición de los niños estuvo determinada en baja, moderada y alta.

Los investigadores identificaron arriba de 600 diferentes ingredientes activos utilizados cerca de las viviendas de los niños. Un total de 118 de estas sustancias fueron elegidas para el estudio por ser las más frecuentes en su uso y con características de cancerígenas, por ser conocidas por efectos negativos en el desarrollo o reproductivo, inhibidores de colinesterasa, o sospechosos de ser disruptores endocrinos.

Dentro de los agrotóxicos que fueron estudiados se encuentran insecticidas organofosforados inhibidores de la colinesterasa, lo que significa que se adhieren de forma irreversible al sitio activo de una enzima esencial para la trasmisión normal del impulso nervioso desactivando a la enzima.

Los agrotóxicos organofosforados analizados en este estudio son utilizados ampliamente en Argentina y Uruguay.
 
Fuente: Asoc Argentina de Periodistas Ambientales-Medio&medio